miércoles, 1 de abril de 2009

La Asamblea de los Pueblos, puja entre el poder y el pueblo



En medio del júbilo producido por la realización de la quincuagésima Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo y la Comisión Interamericana de Inversión –BIDCII–, en la ciudad de Medellín, evento hacia el que han mirado todos los ojos mediáticos, ha pasado más bien desapercibida una reunión paralela, la Asamblea de los Pueblos, que si bien apenas celebra su primera sesión, presenta una ambiciosa agenda de denuncias en contra del modelo de desarrollo planteado por el BID. Sólo su lema da una imagen clara del objetivo: BID, 50 años financiando la desigualdad.

Para Hanna Silverman, representante de la organización uruguaya Instituto del Tercer Mundo, esta Asamblea de los Pueblos es una buena oportunidad para hacer evidente ante la opinión pública de la región el fracaso del modelo de desarrollo, en la medida en que los préstamos que hace a los países pobre no atienden a las necesidades de los más necesitados de América Latina.

De acuerdo a la información divulgada por los organizadores de este evento, en el 2007 un 34,1% de la población latinoamericana se encontraba en situación de pobreza. Por su parte, la extrema pobreza o indigencia abarcaba a un 12,6%. El total de personas sobreviviendo en situación de pobreza alcanzaba los 184 millones de personas, de las cuales 68 millones eran indigentes . Además, y por si fuera poco, la desigualdad en América Latina presenta también índices muy preocupantes, siendo los niveles más altos de desigualdad en la distribución del ingreso del mundo. El ingreso per cápita del 10% más rico supera, en muchos países, en cerca de 20 veces el del 40% más pobre. En 50 años de existencia del BID, mínimamente se esperarían unas cifras mucho más positivas, lo que no es el caso, y que para los críticos es muestra del fracaso del modelo de desarrollo del banco.

Óscar Chacón, director de la Alianza Nacional de Comunidades Latinoamericanas y Caribeñas, con sede en México, es claro en afirmar que si bien el carácter de esta concentración popular es básicamente simbólica, y más allá de su presencia en Medellín y su posición beligerante frente al oficialismo del BID, la idea es asumir un rol de vigilancia y control que constantemente presente propuestas al BID con el objetivo de cambiar el sistema actual, que se logre un modelo más acorde con las necesidades y el sentir de la sociedad civil latinoamericana.

Otro de los puntos débiles señalados en este encuentro popular hace referencia a la conformación del BID. Actualmente cuenta con 22 socios no prestatarios (prestamistas) y 26 prestatarios (receptores de préstamos). Los créditos se otorgan a tasas de interés superiores a las que se pueden obtener en los países no prestatarios (prestamistas), y de paso, se condicionan a la imposición de orientaciones políticas y económicas del interés del mayor socio no prestatario (prestamista), los Estados Unidos, que son dueños de más del 30% Banco.

Vincente McElhinny, ponente del Bank Information Center, organización con sede en Washington, Estados Unidos, quien además mantiene una comunicación directa con el BID mismo –las oficinas de las dos organizaciones se encuentran a pocos metros de distancia– denuncia, por ejemplo, la pérdida de casi dos mil millones de dólares producto de la crisis de los fondos subprime que la caída financiera estadounidense trajo consigo, asunto que fue denunciado por la prensa estadounidense y que tuvo poco efecto sobre el control fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo, asunto que ni siquiera su presidente actual, Luis Alberto Moreno, discute públicamente. Apenas en un escueto comunicado leído el viernes 27 de marzo en Medellín informó sobre “pérdidas de cartera de inversión”, sin mencionar el monto.

Esta primera Asamblea de los Pueblos espera crear conciencia sobre el mal estado socioeconómico de la región, con miras a que la opinión pública demande mejores y más efectivas acciones tanto de sus gobiernos como de entidades cuya existencia es el mejoramiento de la calidad de vida en los países beneficiarios.